La
muerte de Javier diez Canseco, agudizo las malas relaciones entre su familia y
los congresistas. Que con sus votos lograron inhabilitar de su cargo al parlamentario
de izquierda por noventa días, debido al
aparente apoyo del proyecto de ley que beneficiaría a su familia.
La
trayectoria de Javier Diez Canseco a
favor de los grupos menos favorecidos siempre fue su ideal, el abandono de sus
comodidades por hacer una radiografía del Perú profundo, fue su fin. Es por
ello, la aceptable decisión que tomo la familia de no permita el ingreso de
aquellos congresistas a su velorio.
La
suspensión de Javier diez Canseco fue matarlo políticamente en vida, porque
jamás había sido señalado, censurado, porque jamás calló ante nadie, porque
siempre tuvo su hoja de vida libre de denuncias judiciales.
Quizás
una de las intenciones ocultas del ejecutivo para suspenderlo, fue la dura crítica
al cambio de acera al que se lanzó Ollanta Humala, al renunciar lentamente a la gran
transformación y a la hoja de ruta. Por ultimo su renuncia al oficialismo causó
el desequilibrio democrático dentro de las filas del Partido Nacionalista
Peruano.
Tal
vez desprestigiarlo fue la intención de todo el grupo nacionalista. En ese
sentido se entendería porque se buscó la suspensión de una figura pulcra, de
mancharlo y convertirlo quizás en uno más del montón de nuestros eminentes
parlamentarios.
Por
ello, la decisión de su familia de no permitir el ingreso de sus colegas desleales
a su velatorio, es totalmente justificable. Luego de haber quebrado la
trayectoria de uno de los mejores
parlamentario que tuvo el Perú, porque la dignidad de un político
intachable como Javier se debe llevar hasta la tumba.
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